EL MAESTRO Y EL ROBOT
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Una escuela la mar de rara

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Mensaje  Magda Q. Vie Feb 26, 2010 3:43 am

Llegó un día en que el maestro envió una espectadora Martina a la escuela. Nicodemes en el proceso fue aprovechando para pedir una estufa, como también pupitres nuevos porqué los que tenían eran tan viejos que las carcomas ya las estaban acabando de comerlas.
Nicodemes comenta a la espectadora que los pupitres están mal y que en plena clase se cae un niño al suelo y se levanta muy adolorido. Jacobo comenta que más que una escuela parece un restaurante porque las carcomas hacen mucho ruido al masticar.
En un momento Marina se sentó y la silla se quebró, muy gentilmente los niños la levantaron y ella para despistar el dolor pidió a Nicodemes que le mostrara las manualidades de los niños, porque veía que era ahí dónde tenían el más alto punteo.
Nicodemes, le ofreció muchas cosas para comer que los mismos niños habían preparado, ella estaba muy agradecida. Ella preguntaba por las manualidades delos niños y estaba ansiosa por verlos.
Entonces Nicodemes le pidió a la inspectora un autocar y le prometían hacerle una costurerita pues ellos querían conocer el mar.
Total Nicodemes y los niños la llevaron a pasear al pueblo para ver las manualidades, y al pasar saludaban a sus abuelos sentados en el sol. Mientras caminaban Nicodemes comentaba a Martina que cuándo el llegó, el pueblo estaba bastante abandonado porque todos los hombres se había ido a trabajar, pues cuando ellos estudiaban tenían un profesor que era muy cumplidor con el programa y les daba conjuntos, fonemas, etc. Entonces a ellos se les venían dudas sobre ello y les preguntaban a sus abuelos y ellos no sabían que responder porque ellos tampoco sabían.
El comentaba que el empezó con lo mismo con los niños, utilizando el mismo programa, pero se dio cuenta que todos se valían por sí mismos, sabían ordeñar, lavar y más.
Entonces el se dio cuenta que él había aprendido todo de un libro y ellos de la vida. Comentaba que llegó ahí a enseñar pero también a aprender. Nicodemes siguió enseñando a Martina todas las manualidades y al terminar el viejo maestro se fue.
Pasaron meses y no se sabía nada, la estufa nunca llegó, tampoco el ansiado autobús, y siguieron sin conocer el mar. Jacobo soñó el mar y a la mañana siguiente les habló a sus compañeros de lo hermoso que es. El mismo día llegó una solicitud, pero para ser verdadera había mucha duda porque tenía una letra fatal y unos sellos de color morado, que daba la conclusión que no era verdad.

Magda Q.
Invitado


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